martes, abril 25, 2006

Les particules élementaires, Parte I



Las tres mutaciones metafísicas que se pueden contar en la historia de la humanidad son: La llegada del cristianismo, la ciencia moderna y la tercera. La que Djerzinski fue artífice.

La alegría es una emoción intensa y profunda, un sentimiento exaltante de plenitud experimentado por toda la conciencia.

La ternura viene antes que la seducción, y por eso es tan difícil desesperar.

Éste es uno de los principales inconvenientes de la extrema belleza en las chicas: sólo los ligones experimentados, cínicos y sin escrúpulos se sienten a su altura; así que los seres más viles son los que suelen conseguir el tesoro de su virginidad, lo cual supone para ellas el primer grado de una irremediable derrota.

no soy ni lo bastante joven ni lo bastante guapo ni lo bastante cool. Se me cae el pelo, tengo tendencia a engordar, y cuanto más envejezco más sensible y angustiado me vuelvo, y más me hacen sufrir los gestos de rechazo y desprecio. En una palabra, no soy lo bastante natural, es decir, lo bastante animal, y eso es una tara irremediable; haga lo que haga, diga lo que diga, compre lo que compre, nunca conseguiré superar esa desventaja, porque tiene toda la fuerza de una desventaja natural.»

La existencia individual, revelada al animal en forma de dolor físico, sólo llega en las sociedades humanas a la plena conciencia de sí misma gracias a la mentira.

Para el occidental contemporáneo, incluso cuando se encuentra bien, la idea de la muerte constituye una especie de ruido de fondo que invade el cerebro cuando se desdibujan los proyectos y los deseos. Con la edad, la presencia del ruido aumenta; puede compararse a un zumbido sordo, a veces acompañado de un chirrido. En otras épocas el ruido de fondo lo constituía la espera del reino del Señor; hoy lo constituye la espera de la muerte. Así son las cosas.


Esta mujer había tenido una infancia terrible, trabajando en una granja desde los siete años entre semibrutos alcohólicos. Su adolescencia fue demasiado breve para que pudiera acordarse. Tras la muerte de su marido trabajó en una fábrica para sacar adelante a sus cuatro hijos; en pleno invierno iba a buscar agua al patio para que toda la familia se lavara. Con más de sesenta años, recién jubilada, accedió a ocuparse otra vez de un niño, el hijo de su hijo. A él tampoco le había faltado de nada, ni ropa, ni buenas comidas los domingos, ni amor. Ella le había dado todo eso. Un examen mínimamente exhaustivo de la humanidad debe tener en cuenta necesariamente este tipo de fenómenos. En la historia siempre han existido seres humanos así. Seres humanos que trabajaron toda su vida, y que trabajaron mucho, sólo por amor y entrega; que dieron literalmente su vida a los demás con un espíritu de amor y de entrega; que sin embargo no lo consideraban un sacrificio; que en realidad no concebían otro modo de vida más que el de dar su vida a los demás con un espíritu de entrega y de amor. En la práctica, estos seres humanos casi siempre han sido mujeres.


Pasaron unos diez minutos. Annabelle sabía que podía llamar a la puerta y ver a Michel; también podía no hacer nada. No sabía exactamente que estaba viviendo la experiencia concreta de la libertad
(Muchas veces despotricamos por la falta de libertad y cuando nos enfrentamos a ella, buscamos excusas para hacer lo que algo superior nos dice y abandonamos nuestra voluntad)


Michel propuso una breve teoría de la libertad humana basada en una analogía con la conducta del helio superfluido. Los intercambios de electrones entre las neuronas y las sinapsis dentro del cerebro, fenómenos atómicos discretos, están sometidos en principio a la imprevisibilidad cuántica; sin embargo, el gran número de neuronas, por anulación estadística de las diferencias elementales, hace que el comportamiento humano (tanto a grandes rasgos como en detalle) esté tan rigurosamente determinado como cualquier otro sistema natural. No obstante, en ciertas circunstancias extremadamente raras (los cristianos hablan de intervención de la gracia) una nueva onda de coherencia surge y se propaga dentro del cerebro; aparece un comportamiento nuevo, de forma temporal o definitiva, regido por un sistema completamente distinto de osciladores armónicos; entonces podemos observar lo que hemos dado en llamar acto libre.


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